Hopper es el especialista moderno en conferir intensidad y complejidad psicológica a los momentos más ordinarios. El espectador se imbuye en las escenas cuidadosamente compuestas, identificándose o pensando sobre los personajes, que aparecen aislados normalmente.
La composición es simple: tres personas en las gradas de un teatro vacío, esta fue la primera de muchas obras donde el artista pintaría teatros.